Bolras Cap. 11º

Ya no pude dormir. Aún así me sentía descansado, a pesar de que apenas dormí tres o cuatro horas. Mi difunta mujer y yo siempre dormíamos así y quizás mi cerebro llenó un hueco que le faltaba para completar el descanso. Ahora si que sonreí. Me alisté y me dirigí a la cantina más que nada para que Lydia luego no me echara la bronca, no tenía hambre. Me dí cuenta que lo de Mary fue algo infundido, ella en ningún momento mostró interés más que por mi herida. Fue una ilusión quizás causada por el largo tiempo sin compañía. Pero Virgy si me mostró interés y estaba ahí de verdad. La sensación placentera que me produjo esa noche y ese oportuno beso por la mañana hacían que una perenne sonrisa vistiera mi cara. Su marido murió casi al mismo tiempo que mi mujer y decidí estrechar los lazos con ella. Además las niñas eran muy buenas y obedientes, no había una razón para no intentarlo. Llegué a la cantina e intenté disimular mi euforia. “Buenos días ferny”. Tony y Korde se encontraban en una mesa comiendo unas costillas y bebiendo cerveza. “Buenos días, hay que coger fuerzas para cavar.” “En ello estamos”. Dijo Tony. Korde replicó: “No podemos demorarnos mucho así que espabilar con el desayuno y vayámonos a trabajar. Si vienen los soldados antes de que terminemos nos cogerán metidos en la zanja.” Terminamos en poco tiempo de comer y fuimos directos al foso. Allí estaban Sefy y Jolu que se quedaron con otros cuantos trabajando durante la noche. Ya tenían un cuarto del perímetro cubierto y completado el canal hacia el lago. “Buen trabajo chicos, esto va más rápido de lo que esperaba”. Era cierto que estaba sorprendido y se les veía realmente agotados. Sefy: “Creo que hoy desayuno en el corral. Me voy a comer un cordero con pelos y todo.” Todos soltaron una carcajada. Recogió su querida espada del suelo y se fue con el resto de los chicos hacia casa de Jun. Empezamos por recoger todo el material que quedó amontonado junto al foso, dejando las mejores rocas para reparar el tramo de muro que ahora formaba parte del dique. Cuando terminamos esa tarea el muro se veía imponente. No tenía mucha altura pero con la profundidad del foso resultaba infranqueable. Además teníamos calculado el ancho justo para que un hombre con espada, escudo y armadura no lo pudiera saltar. La profundidad no era mucha tampoco por lo mismo, no era necesario mas que hasta la altura del ombligo. Solo con eso quedarían a merced de nuestros arcos durante suficiente tiempo como para acabar con ellos. Pero Tony fue más allá y nos hizo rectificar. “La profundidad es poca.” Korde “No hay soldado que remonte esto de un salto con ese peso, es imposible”. Tony: “ ¿Y sobre los cadáveres de sus compañeros?” Por eso aquí decidimos todos, por que así somos más fuertes. “Chicos tenemos que volver atrás. Hay que bajarlo hasta el hombro por lo menos.” Dimos la vuelta y empezamos desde el principio a ahondar el foso. Tony estuvo muy acertado en esa reflexión y no había discusión posible. Los que estuvieron en el dique terminaron pronto y vinieron a ayudar. Siguieron cavando hasta el ombligo donde terminaron anoche y nosotros continuamos con la rectificación. Esto nos retrasaría pero era necesario para que nuestras defensas fueran un poco más fuertes. Cuando la primera parte del foso llego a la entrada de Bolras, avisamos a los albañiles para que prepararan un portalón y a los carpinteros para que hicieran una gran puerta y dos atalayas más para cada lado. Todo ello iría unido al muro cerrando totalmente Bolras por primera vez. Llegando el medio día un niño que andaba jugando en la cascada vino corriendo asustado. “¡Hay una mujer en la cueva lo he visto.!” Korde: “Hay un niño sobre la zanga, lo he visto”. El niño dio un salto sin cambiar de lugar y apretó los puños. “No se quién es, no la conozco.” Se notaba que no mentía. Salimos del foso y cogimos nuestras armas. Pasamos por debajo del agua los más rápido posible para no estar cegados mucho tiempo. Blandiendo las armas, con los arcos armados y mirando a un lado y otro de la oscura cueva. No se escuchaba más que el agua golpeando y varias antorchas previamente colocadas difuminaban nuestras sombras. Se escucho un leve silvido. Tony: “Que fue eso.” Del fondo salio una voz de mujer. “Fui yo, la que mora en la montaña”. Nuestro bello se erizo y nuestros músculos se tensionaron. Korde: “¡Muéstrate!” Se escucho otro silvido seguido de una voz de hombre profunda y tenebrosa. “Bajad las armas y nos veréis.” “¡Esta bien!” Hice un gesto con la mano para pedirle a mis compañeros que lo hicieran. Del fondo de la cueva aparecieron los dos. Su aspecto era deslumbrante a pesar de vivir allí. El hombre se adelantó : “Somos los que hemos morado en estas tierras desde el principio. Os hemos estado observando y escuchando. Si aún estáis aquí es por que os lo hemos permitido.” Korde: “Eres demasiado arrogante”. Hizo ademán de levantar su espada y el hombre con un gesto del dedo la lanzo contra el techo. “Volved mañana a esta misma hora y hablaremos de Bolras.” Desaparecieron entre las sombras. Salimos de allí impresionados por lo experimentado y obedientes. El resto de la tarde pasó divagando sobre la autentica intención de aquellos magos. Sabíamos que tenían razón y que si quisieran nos echarían de su casa. Eso nos daba tranquilidad y serían unos aliados impagables para nuestra causa. Anocheciendo llegó el relevo. Les contamos lo ocurrido y nos dijeron que hablaban las leyendas de una bruja y un mago que protegían la montaña. Nos sentimos privilegiados de contar con su beneplácito y nos fuimos a cenar y a dormir pensando con más fuerza en nuestro sueño. Al llegar a casa de nuevo no estaban las niñas. Virgy remendaba con paciencia unas prendas. “Buenas noches que tal fue hoy”. “Estoy totalmente reventado. Pero hoy me meteré en la cama ilusionado y tranquilo como hace tiempo que no me ocurría.” Me metí en la cama y le conté a Virgy lo que nos pasó en la cueva y lo rápido que estábamos haciendo el foso. Ella me contó como le fue el día y que la pequeña Sofy se callo y se hizo daño en la rodilla. Me hizo reír con su explicación del momento. Soltó las prendas y se acerco a la cama. “Ya es tarde para mi y tu estas agotado, vamos a dormir”. Se metió en la cama y yo la abrace por la espalda. “Ferny, gracias por ayudarnos de esta manera. No se que hubiera sido de nosotras sin ella”. “Ya te dije. Lo que haga falta”. Ella cogió mi mano y la llevo bajo su ropa poniéndola en su pecho. “¿Lo que haga falta?”

Bien llevado

*(Segundo texto solicitado por Inés con las palabras clave: homosexualidad, homofobia y estupor. Ala termine con tu pedido jajaj.) La noche era cálida y una leve brisa ayudaba a que fuera el momento para compartir una buena conversación y unos tragos en una terraza del centro. Dos parejas de amigos debatían en ese momento sobre la situación política y económica. A pesar de lo seria y cerebral que estaba resultando la conversación, no dejaban de dedicarse caricias y besos. Juan y Laura pidieron un cubalibre cada uno, Sergio y Ana cerveza. Un plato de aceitunas hacía de notario sin perder la compostura y la gente que entraba y salía de la cercana boca de metro, regalaba esa música de fondo que le encanta a los urbanitas. Una pareja empezó a discutir en el medio de la plaza a voz en grito y el estupor se hizo general por lo apasionado de la pelea. A los pocos segundos se besaron y abrazaron con igual pasión, y el estupor se tornó en aplausos y vítores. Esto detuvo la conversación y les provocó risas y comentarios, las dos parejas empezaron a imitarles, como si compitieran a ver cual de las dos se deseaban más. Según caían los tragos, las palabras y los sentidos de ellas empezaban a bailar de uno a otro tema desbocados. Una noche genial que tenía que terminar bien, así que cada oveja con su pareja se fueron a acostar. Todos vivían en la periferia de la ciudad. Los cuatro eran de familias acomodadas de costumbres regias. Por eso se veían allí, para evitar la homofobia, la represión y el aislamiento que sufrirían si alguien conocido les viera. Tendrían que cambiar de barrio seguro, y la reacción de sus familias realmente les asustaba. Juan y Sergio se fueron en un coche, Laura y Ana caminaron hasta un hostal cercano. Pasadas unas horas Juan y Ana se encontraron en la boca de metro para ir juntos a casa, ya que vivían en la misma urbanización. Cogieron el coche de Ana para regresar. Su homosexualidad les hacía esconderse y les hizo conocerse en aquella urbanización cerrada y protegida con la máxima seguridad, de la cual no salieron casi hasta la adolescencia, por que allí había de todo. Eso hizo que se apoyaran el uno al otro, siendo paño de lágrimas y confesores eternos. Sin esa amistad quizás no hubieran llegado tan lejos en sus condiciones, eran los mejores amigos del mundo. Siempre con la amenaza de la vergüenza y la cuantiosa herencia que sus rancios padres atesoraban. Si supieran la verdad les desheredarían a los dos y aunque ambos tenían buenos trabajos no era fácil renunciar a tal montante. De momento todo iba bien. De repente Juan despertó de su sueño de ebriedad: “¿Tienes dinero encima?.”No llevo nada, unas pocas monedas tal vez.” “Demos la vuelta a un cajero anda”. “A ver Juan ¿Para qué quieres dinero ahora?”. “Parece mentira Ana, yo estaré borracho pero tú no te enteras, mira que eres despistada.” Ana se quedó pensando un momento mientras daba la vuelta porque en el fondo presentía que tenía que hacerlo, “Es que no me acuerdo.” Juan sonrió: “No creo que nos fíe la cuidadora de los niños ¿Tu qué crees?”

Frialdad

*(Petición de Inés con las palabras clave: Refugio, trastorno y pérdida. Me queda otro de los tuyo xd) La sala era cuadrada y amplia, vestidas paredes de azulejo blanco, suelo también cerámico pero grisáceo y falso techo iluminado con fluorescentes amarillos que a ratos parpadeaban. Alrededor de la sala hileras de sillas de plástico azul enlazadas por estructuras metálicas y rígidas que las unían de tres en tres. El olor típico del hospital se sumaba a todo ello y aumentaba su ansiedad. Además a esas horas de la madrugada en aquel ala del hospital se encontraba sola. De vez en cuando se escuchaban a los enfermeros y auxiliares que hablaban. Se encontraban en un mostrador en mitad del pasillo tenebroso, solo iluminado por las luces de emergencia. Ese pasillo por el que se lo llevaron y por donde esperaba impaciente que le trajeran noticias. De vez en cuando iba hasta las maquinas expendedoras que se encontraban en una sala contigua a esta y sacaba un café solo y bien cargado. No le hacia falta para no dormirse y tampoco le gustaba mucho pero su subconsciente lo consideraba lo más adecuado. Su marido murió hace poco por un paro cardiaco durante la cena, delante de ella y de su hijo adolescente. Fue bastante traumático, sobre todo para el chico que buscó en ese momento refugio en las drogas y el alcohol. Lo que no podía esperar era que reaccionara de esta manera, porque a pesar de sus adicciones no dio síntomas nunca de tener propensión al suicidio. Aquella noche fue clave para que se encontrara allí en este momento y de que se encontrara con este estado anímico tan negativo. En aquella noche en la que celebraban los cincuenta años de su marido, encontraron también el fin de sus vidas hasta ese momento. Sin poder borrar de su mente el gesto de él y de su hijo. Sin poder olvidar la desesperación y la indecisión que pudo ser culpa de su muerte. Ni los vanos intentos de esta en reanimarle. Ni los llantos desesperados de su pequeño durante aquellos interminables treinta minutos que tardó la ambulancia en llegar. Murió en el trayecto, en aquel vehículo, pero ellos no lo supieron hasta una hora después cuando un médico certificó lo que los sanitarios ya sabían. Su hijo desde entonces no fue el mismo y ella poco a poco, a pesar de proponerse luchar por ser la misma, perdió la autoestima, el ánimo y la esperanza. Solo el intento de suicidio de su hijo la hizo reaccionar, algo había que hacer. Pasaron meses como minutos entre la melancolía y el llanto, mientras su hijo se perdía en algo que ella no se preocupó de saber. Hasta ese momento en el que tomó esa decisión, le veía orgulloso e impertinente en sus acciones. Ella le excusaba pensando que era culpa de algún trastorno causado por la experiencia. Hasta hoy era agresivo y cargaba toda su ira contra la sociedad y el estado. No mostró ni un solo indicio de debilidad. Una vez incluso tuvo que agarrarle cuando se cruzaron por la calle con el arrogante e insensible enfermero, responsable de la ambulancia, al cual él echaba la culpa de la prematura muerte de su padre. Andaba metido en historias oscuras. Magullado llegó a casa más de una vez y más de una vez tuvo que ir a por él a comisaria. Ahora se debatía entre la vida y la muerte, seguramente porque no pudo resistir más su tristeza. Su pobre niño resultó seguir siéndolo y sentada en una de aquellas frías sillas rompió a llorar. Se escucharon golpes y gritos por el pasillo. Una de las enfermeras pasó corriendo por la sala haciendo un enorme estruendo al golpear las puertas. Gritando y con la cara desencajada, pasó por allí en pocos segundos y se perdió en dirección a la recepción del hospital. Ella pensó en su hijo y fue a ver que ocurría. Empujó una de las puertas que ya volvieron a su sitio y asomó la cabeza. Uno de los enfermeros salió tambaleándose de la habitación de él. Arrastró su cuerpo por la pared al caer al suelo dejando una gran mancha de sangre que marcaba la trayectoria. En su asombro salió su hijo con un gran cuchillo en la mano. Agarró de los pelos al agonizante hombre y cortó su cabeza recreándose en cada tajo. Dirigió su mirada hacia la puerta donde su madre no daba crédito a lo que veía. Levantó el brazo con el rostro del difunto mirando hacia ella. “ ¿Le reconoces?, ahora papá si que dormirá en paz ”.

Bolras Cap. 10º

Ya todos organizados salimos de la cantina. Pequeños hilos de agua ya recorrían el interior del poblado y empezaban a llevarse con ellos la arena desprotegida. El pasto que al montar las casas murió arrancado o pisoteado ya no la sujetaba. Pensé que debíamos tener más cuidado con el entorno o lo pagaríamos caro. La huertas se encontraban en la parte sur del poblado, bastante alejadas de las rocas sueltas, así que el grupo que bajó tendrían que sacarlas de esa parte del muro para conseguir un dique en condiciones y en el mínimo tiempo posible. El resto intentaríamos canaliza el agua que caía por el paso hacia el lago, para minimizar los daños que pudiera causar. Una vez empezada las tareas bajo la intensa lluvia, un par de ráfagas de aire fuerte nos hicieron tambalear. Las nubes cogieron velocidad de nuevo, pero esta vez para alejarse tras la montaña en dirección norte y la lluvia cesó. Korde saco la cabeza de la zanja. “¡Vamos no debemos parar!” Tenía razón, no es que la montaña no nos quisiera, nos había avisado de nuestros errores y ahora no debíamos detenernos. Era una riña en toda regla, como si nos corrigiera para hacernos reaccionar. Yo me encontraba en la zanja con él. “Korde salgamos un momento, tengo una idea. Vamos a hablar”. Dijimos a los que nos acompañaran que siguieran cavando el canal y fuimos a buscar al resto del consejo que estaban en la huerta. “Dinos Ferny”. Dijo Tony. “El canal que estamos haciendo se encuentra al final del muro, al verlo he pensado que podríamos hacer un foso al rededor de todo el. Se que sería mucho trabajo, pero no solo nos defenderíamos de ataques si no también del agua que cae por la explanada.” Tony: “Si que nos llevaría tiempo pero no es mala idea.” No hubo mucha más conversación, aprovecharíamos que ya empezamos para seguir por el muro y cavar el foso en todo el perímetro. “Esperad un momento.” Dijo Korde: “Aún no tuvimos noticias de Ivan ni de Miriam. No debemos descuidar la defensa”. Sefy: “ Hace ya unos días que nos tendrían que haber atacado desde Perimera como dijo Ivan, yo creo que mandaron al gobernador por que sus guerras con los reinos del norte no le permite desperdiciar soldados con nosotros.” Jolu: “¿Y el ataque por el paso?”. Sefy respondió: “ Lo único que quería era medir nuestras fuerzas.” Jolu replicó: “ Lo que creo es que nos ha subestimado. Menuda sorpresa se llevó” Korde: “Jolu tiene razón, no se esperaba lo que encontró. Nos respeta por eso quiso negociar.” Tony: “Si puede que nos respete, pero solo hasta que disponga hombres para terminar con nosotros.” Estaba claro que necesitaríamos el apoyo de Ivan e intentar aleccionar al resto de los poblados para que lucharan por la causa. Mantuvimos las guardias como hasta el momento aunque tardáramos más en terminar los proyectos. Además se unió un nuevo problema. La fuerte lluvia había movido las casas más cercanas al lago, haciendo que se hundieran o inclinaran, ya que estaban solo clavadas a la tierra. Indicamos a los albañiles y canteros que preparan cimientos para todas las casas y pavimentos para las calles interiores del poblado. Evidentemente quedarían exentos de hacer guardia por que como dijo Tere era época de tormentas y se convertía en una prioridad igual que el canal y el dique. Al llegar el medio día comimos los cinco juntos en una mesa apartada. Quedaba aún pendiente la falta de información sobre Ivan y sus hombres, y la inquietud no nos permitía estar tranquilos. Decidimos enviar una inocente comisión con la excusa de comprar pescado. Irían Lydia y Silvy con un carro, las pocas monedas que teníamos y la misión de conseguir información de lo que allí pasaba. Era importante que intentaran hablar con Ivan, además seguro que le gustaría saber que tal se encontraba su hijo pequeño. Partieron al comenzar la tarde. Tendrían que hacer noche en Riachuelo, pero cuando antes supiéramos algo mejor. Lydi: “ Sabéis que la misión está en buenas manos. Volveremos lo antes posible.” Silvy asintió con la cabeza. Desde la muerte de su hijo apenas decía palabra. Según me contaron no hizo ni un gesto mientras degollaba a aquel soldado. Esperemos que pronto sea la de siempre. Subieron al carro y Lydi me llamo a su lado. “Jun te va a estar vigilando. Como me entere que no vas a comer vamos a tener unas palabritas tu y yo”. Lydi y yo siempre nos llevamos bien, pero desde que murió mi mujer empezó a estar más pendiente. Nunca le he dicho lo que le agradezco que sea así conmigo, pero creo que ya se da cuenta. “Tranquila “mama” no escucharas lo que no quieres oír.”. Lydi me guiño el ojo y arreo a los caballos. Hasta que no consiga mujer me da a mi que no va a parar. Los albañiles ya habían empezado con los primeros cimientos. Tuvieron que desalojar a varias familias y hubo que buscarles ubicación hasta que terminaran el trabajo. Yo vivía solo y además casi nunca paraba por casa, así que se la ofrecí a Virgy y sus hijas. “Gracias otra vez Ferny”. “No te preocupes, esto lo van a hacer en todas así que me tendrás que devolver el favor en algún momento. Eres de los nuestros con lo que Bolras también es tuyo.” “Iré entonces a organizarla un poco, si no te importa que haga algún cambio. Ven si quieres y te digo que quiero hacer.” “Haz lo que debas para que os encontréis cómodas las cuatro”. La noche se acercaba y como siempre antes del ocaso organizamos las guardias. Esa noche me tocó el primer turno y fui a casa a descansar ya entrada la madrugada. Otra vez fue un día sin relajación ni apenas descanso. Cuando llegué a la casa no vi a las niñas. Aunque vi que Virgy trajo las camitas y las había puesto al rededor de la sala. Las casas de momento no contaban con habitaciones interiores, solo una estancia circular con una columna en medio que sujetaba el techo. Virgy se sentó en la cama. “Hola”. “Te hacia dormida, lo siento ¿te desperté?”. “La lluvia dejó su humedad y el frío no me deja dormir.” Cogí la manta de mi cama y se la puse por encima. Descalcé mis pies y me tumbé a su lado. “Así podremos dormir los dos. ¿Y las niñas?”. "Quisieron quedarse con sus primos." La abracé por la espalda y no tardamos mucho en dormirnos. Temprano Virgy se levantó y yo me quede viendo como se vestía y preparaba. Antes de salir se giró y me miró. Sonrió, se acercó hasta la cama y me dijo: “Hace mucho tiempo que no dormía tan bien,” Le devolví la sonrisa: “La verdad que yo tampoco”. Me dio un beso en los labios al que no reaccione. “Voy a atender a las niñas. Luego nos vemos.” Mi paralizado rostro solo pudo repetir. “Luego nos vemos.”

Sacando partido al amor.

*/////OJO PARA ADULTOS///// (Petición de Edu con las palabras clave fisting, anticonstitucionalmente y arakiri. Como siempre poniéndomelo difícil......jajaj lo intentas porque mira que relatito más majo me ha salido jajaja un abrazo bicho.) Desde que empezó a trabajar en aquel sexshop, hace un par de años, se tomó su trabajo muy en serio. Buscaba continuamente con su pareja nuevas facetas, posturas, accesorios y fantasías para su espectáculo. Una noche en casa, en plena pasión, descubrió una nueva cualidad y en definitiva algo que daría a su carrera un salto a otra dimensión. Habló con sus jefes e hicieron un enorme cartel anunciando que para ese fin de semana el espectáculo incluiría algo nuevo y especial. Siguieron practicando el resto de la semana y cuando llegó el viernes y acudieron al sexshop casi no pudieron entrar de la cantidad de gente que esperaba para comprar sus entradas. Entre emocionadas y nerviosas fueron a su camerino a prepararse. “ Nunca vi tanta gente aquí, no sé si habrá sitio para todos”, le dijo a su pareja mientras se desvestía. Ella la besó y abrazó con fuerza. “ Todo va a salir bien mi amor, ¿Todavía te pongo cachonda, no? ”. “Si mi vida, mi preciosa niña ”. Se miraron a los ojos profundamente e hicieron el amor antes de salir al escena. La actuación comenzó como siempre con besos y caricias, contaban con la ventaja de que se amaban de verdad. En aquella cama redonda que daba vueltas lentamente para que ningún espectador se perdiera detalle del espectáculo y que había sido el lugar de algunos de los más hermosos y placenteros encuentros sexuales con su amada novia. Ellas no podían ver a los espectadores tras los cristales y eso hacía más fácil que dieran rienda suelta a su amor. Después de sentirse excitadas tras unos largos preliminares pasaron al sexo oral. Al principio sin posturas extrañas, solo tu a mí y yo a ti. Luego un 69 primero yo arriba y luego tú, para que los allí congregados pudieran contemplar bien sus esculturales cuerpos y su buen hacer. Luego jugaron con diferentes consoladores que fueron aumentando de calibre según se acercaba el gran final. Su pareja la cogió con fuerza, la dio la vuelta y la colocó de rodillas con la cabeza en el colchón. Se encintó un enorme falo sintético y la folló clavando sus caderas en sus nalgas durante un buen rato mientras ellas soltaba palabras casi inteligibles entre gemidos. De repente sacó aquello de su vagina y empezó a chupar su clítoris mientras introducía uno tras otro todos sus dedos hasta meter su mano entera y frenando a la mitad del antebrazo. Esa era su cualidad descubierta. Si estaba bien excitada era capaz de dilatar su vagina de tal manera que disfrutaba de verdad del fisting y eso les daría un plus a sus actuaciones. La noche siguiente, el sábado, hubo gente que se quedó en la calle por que no había asientos, y se percataron de que algunos repetían. Otra vez salió todo perfecto y otra vez disfrutaron del sexo. Llegó el domingo y esta vez no solo estaban sus espectadores si no también un grupo de señores y señoras añejos proclamando consignas contra la inmoralidad y a favor de la familia cristiana y heterosexual. Tal fue la bronca, el acoso y la ocupación que tuvo que ir la policía a poner paz, y puso la única paz que era posible. “ Si tienen sus consentimientos y todos los permisos para este tipo de espectáculos, intentar pararlo es inconstitucional ”, sentenció uno de los policías frente al grupo de radicales. La función continuó y se prolongó en el tiempo. Un fin de semana su pareja se enfermó y su jefe buscó una nueva compañía. Le propuso para ese fin de semana que fuera un hombre quien la acompañara en la cama. Tras hablar con su chica no hubo problema. “ Solo es trabajo y se que estás loca por mis huesos ”. Ella ya tuvo en la juventud relaciones con chicos hasta que definió su sexualidad, así que en principio no tendría que ser problema. Un día antes del la función le presentaron a su acompañante. Era un hombre hermoso, muy varonil y de facciones duras. De estatura y musculatura envidiables. Era realmente guapo y cuando lo conoció se dio cuenta de que también era educado y con una voz de locutor de radio que te obligaba a escuchar. “ Hoy deberíais ensayar, para que no os pille en blanco mañana ”, dijo el jefe. Sintió un escalofrío cuando este pasó su mano por la cara apartándole el pelo y le dijo: “ Vamos a ver qué tal nos llevamos, eres muy guapa ”. Fue a su camerino y se apoyó en la puerta nada más cerrarla. Resopló y sintió miedo. Su cuerpo se estremeció y se acordó de su hermosa chica, esbelta como junco y bella como una diosa. Se quería hacer el arakiri. ¿Tú has visto que manos más grandes?.

Bolras Cap. 9º

No había conseguido dormirme cuando escuché la voz de Mary. “¿Puedo pasar?”. Tardé unos segundos en responder y no lo hice yo. “Si, pasa”. Mary entró y se puso de rodillas junto a la cama. Puso su mano en mi frente y a pesar de mi desilusión sentí de nuevo un escalofrío. “Me han dicho los chicos que no te encontrabas bien. No parece que tengas fiebre. Déjame ver la mano”. Saqué la mano de debajo de la manta y la extendí sin aún haberla mirado a la cara. “Está mucho mejor. Se nota que eres un hombre fuerte, te recuperas muy deprisa.” Solo quería que se marchara y lo único que salió de mi boca; “Gracias.” Mary se levantó: “Debe ser cansancio, intenta dormir y mañana estarás mejor.” Salió y yo apreté los dientes y solté una lagrima. Era lo último que iba a dar por estos sentimientos. “Debo centrarme en Bolras”. Me dormí por agotamiento pocos minutos después. Desperté al sentir golpes y el sonido del viento entre los troncos de mi caseta.. Aún reinaba la oscuridad y el olor a humedad lo llenaba todo.. Las nubes cubrieron las montañas y al mirar hacia ellas vi que se acercaban a gran velocidad ocultando el amanecer. No había nadie fuera y fui a la cantina a desayunar algo. No teníamos moneda, así que nosotros le dábamos las materias primas y ellos las cocinaban y conservaban para todo el poblado. Igual hacíamos con todas las tareas. Las pocas monedas y joyas que teníamos y conseguimos las guardábamos en el almacén por si algún día fueran de utilidad. Menos mal que acababa de comenzar el verano y lo que se acercaba era lluvia. Pensé que no estaríamos preparados si fuera una ventisca y quise reunir al consejo, había que tenerlo todo listo antes de que llegara el invierno. Antes de llegar a la cantina me crucé con Virgy. “Hola Ferny, ¿Podemos hablar un momento?”. “Si claro, dime.”Virgy tenía la cara triste y una expresión parecida a la mía. “No pude hacerlo. Antes de llegar al bosque di la vuelta. Lo siento.” La cogí de las manos y la miré a los ojos. “No lo sientas si no es por la vida de esas personas que han muerto.” “Pero Ferny, quise ir para cumplir una misión y no lo hice. Cualquier otro podría haber ocupado mi lugar.” “Con Sefy y un par más hubiera bastado. Sé de la rabia que sientes y también sé como eres. No te preocupes.” Virgy me abrazó. “Gracias por vuestro apoyo y compañía.” “Estate tranquila, aunque no este tu marido, todos los hombres de Bolras te ayudarán y protegerán, a ti y a tus hijas. Lo que necesites aquí me tienes.” Se separó y vi una leve sonrisa y un relajamiento en su rostro. “Voy a dar el desayuno a las niñas. Gracias Ferny.” La besé en la mejilla y las primeras gotas empezaron a mojarnos. “Date prisa o acabarás empapada.” Salió corriendo y yo di unos pocos pasos más para alcanzar la cantina. Al entrar vi a Sefy con Say en una esquina repartiéndose besos, caricias y risas. Así se parecían más a ellos que la última vez que los vi. Quería acercarme y preguntarle como fue la misión. Pero vi a Korde con su mujer Tere y su hija Martuis junto a Jum y su mujer Lydi compartiendo una mesa y allí me acerqué. Korde me informaría. “Buenos días a todos.” Todos respondieron al saludo. Me senté y Korde puso la mano en la frente otra vez. La frente más sobada del universo. “¿Ya te encuentras mejor?” “Si Korde gracias solo necesitaba dormir un poco”. Lydi me miraba seria desde que llegué y no pudo aguantar sin soltar por su boca lo que le mandaba su expresión. “Me han dicho que estás enfermo, que te encuentras débil, no me extraña si no te veo apenas por aquí. Solo para tomar licor y para las reuniones del consejo. Te quiero ver al menos una vez al día para una comida en condiciones.” “Tienes razón Lydi, las preocupaciones me quitan el apetito, pero me obligaré a hacerlo.” Lydi se levantó y se dirigió a la cocina. Sonó un trueno enorme y el ruido de la lluvia sobre los maderos se intensificó. Empezaron a aparecer goteras de todas partes. Tere:”Vaya día de perros. Es época de tormentas y ya estaban tardando.” Korde: “Con el calor de las últimas semanas era de esperar. Lo que me preocupa es una subida del nivel del lago”. Eso no lo pensé y no era ninguna tontería. Las casas estaban más de un metro por encima del nivel, pero las huertas corrían peligro si eso pasara. Lydi regresó de la cocina con un pan y un gran vaso de leche de cabra con moras silvestres. “No dejes ni una miga.” Sentenció. Pero mi preocupación ahora era la lluvia. “ Tenemos que hacer un dique en la huerta ya.” Korde al escucharme abrió los ojos como platos, percatándose del peligro real que corría. Nos levantamos y avisamos a Sefy. En ese momento entró Tony por la puerta. “Está empezando a caer un río por el paso de montaña. O hacemos algo o el poblado y el ganado correrán peligro.” Jolu entró justo después de Tony y nos reunimos. Korde: “No podemos esperar que la tormenta amaine, hay que prevenir cualquier daño lo antes posible. Ferny habló de hacer un dique en la huerta. No nos podemos olvidar de ella. Y para el paso yo creo que habría que canalizar el agua hacia el lago.” Jolu: “Estoy de acuerdo en ambas ideas, vamos a organizarnos.” Mandamos a uno de los hijos de Jum a que avisara al resto de hombres que descansaban de sus guardias o tareas. Empezaron a llegar poco a poco y les explicamos la situación. La lluvia no cesaba y el caudal que caía de las montañas por el paso cada vez era más fuerte y salvaje. Tuvimos que reunir a las mujeres y a los niños que pudieran cargar con una roca también. Dejamos la guardia mínima y el resto a trabajar para protegernos de el peor ataque que habíamos recibido hasta el momento. “Si Bolras no sale de esta es que la montaña no nos quiere aquí.”

Efímero

*(Petición de Silvia García con las palabras clave: fín, comienzo y ocaso. Espero que te guste, siempre pendiente de tus peticiones, lo que necesites, un beso.) Gritos en la madrugada. Silenciados por la hermética habitación. Gritos esperados, dolor y sufrimiento que sabrían que llegarían. En aquel edificio cuadrado y sin balcones, de color claro y símbolos en rojo. Entre sangre y vísceras, angustia y desvanecimientos. Allí fue el comienzo. Vio la luz por primera vez. Lágrimas y sonrisas le recibieron. Sintió los guantes sintéticos de las enfermeras, también los pinchazos y las succiones. Luego sintió calor y poco después el sonido acompasado y matemático que le había acompañado durante muchos meses. Sintió piel con piel y unos amorosos labios que le recorrían el rostro. Sintió la necesidad de morder aquella protuberancia y sintió el cálido y dulce líquido que le regalaba. Escuchó la voz de la matriz y la reconoció. Era diferente desde fuera. Escuchó también la otra voz de sus pocos y sensitivos recuerdos. Una más grave y profunda, menos extensa y más contundente, también sonaba diferente. Se durmió. Abrió sus velados ojos un par de horas después, y siguió escuchando voces que le resultaban familiares. Las luces y colores, los brillantes destellos sin forma le hicieron crear un sonido con su garganta. Sintió poco después como las voces se aceleraban y se hacían más agudas mientras su cuerpo se elevaba de su lecho. Pasó de mano en mano, sintiendo caricias, besos y arrumacos. Bebió más tarde aquel líquido cálido y dulce, y se durmió otra vez. Al anochecer volvió a despertar. Escuchó la voz grave y se elevó de nuevo de su lecho. La voz seguía sonando y con su cara en la fuente del sonido la vibración le dio seguridad. Sintió la energía y vio a través de aquel cristal tonalidades amarillas y anaranjadas que se fueron tornando a rojizas en pocos minutos. La voz no dejó de sonar en todo momento. Compartía con él aquel ocaso aún a sabiendas que a sus pocas horas de vida no se enteraría de nada. Pero él lo sintió y le devolvió la ofrenda compartiendo el suyo. Todos tenemos un comienzo y un final y su corazón mal programado los acercó. Sintió, fue efímero, pero lo sintió.

Inocencia arriesgada

*(Petición de Minerva con las palabras clave: Puente, risas y deseos. Espero que esté a la altura de una de mis mejores lectoras. Besazo enorme.) Entre risas caminaban hacia la casa desde el colegio dos chicos de doce años : “ Esta tarde vamos con mi padre a cenar a un italiano ” . “ ¡Qué suerte!, los míos no hacen mas que pedirme tareas y que estudie, nunca nos llevan a ninguna parte ” . “ Venga Juanillo, recuerda que tu padre perdió su empleo hace un tiempo, es normal que no pueda ”.“ Ya José, pero echo de menos por lo menos las chucherías que nos traía cuando llegaba del trabajo ”. “ Tengo una idea Juanillo, ¡Sígueme! ” . Caminaron por un sendero estrecho entre los árboles del parque hasta llegar a un pequeño puente en lo profundo del mismo. Estaba escondido entre los arbustos y salvaba la cuenca de un pequeño arroyo con apenas agua. “ Mira que estuve veces en este parque y nunca llegué hasta aquí , coge un guijarro Juanillo ” . José cogió uno blanco y limpio, se posicionó en medio del puente y lo lanzó hacia atrás: “ Ya pedí mi deseo ”. La piedra cayó sobre el agua y Juanillo no le quitó ojo en todo el trayecto, con la boca abierta y pensando su petición. Tardó unos minutos en encontrar la adecuada, la más bonita y brillante. Se posicionó en el centro del puente y cerró los ojos para pensar con fuerza su deseo y así tener más posibilidades de que se cumpliera. Lanzó la piedra hacia atrás con tal fuerza que el peso de la mochila le hizo caer, golpeándose en la nuca con la barandilla del puente. Perdió el conocimiento, se quedó dormido. Cuando despertó, pudo verificar que su deseo se cumplió. Su padre tenia trabajo y mejor que el anterior, su cuarto estaba lleno de regalos, dulces y flores y sus hermanos que eran más pequeños que él no le hacían rabiar. Se levantó y fue arrastrando los pies hasta el lavabo mientras pensaba el precio pagado y lo arriesgado de pedir tres deseos a la vez. Ahora tendría que aprender a afeitarse a sus veinte años.

Agobios

*(Solicitud de Inés con las palabras clave: Agobio, números y sentir. Un beso.) Por su cabeza pasaban infinidad de números. Dígitos entrelazados que buscaban una solución. Estudió las estadísticas de las últimas veces y las pasó por un par de fórmulas ya predefinidas encontradas en algún libro. Las matizó con su experiencia y las pasó por una coctelera. Cogió su bolígrafo para dar fin a la fórmula. Lo levantó, porque creía que no lo pensó lo suficiente. Volvió a repasar las cuentas, a mirar cada dato, número, columna,... Iba a invertir un dinero en esta formula especial, era importante que estuviera todo bien planificado. De nuevo levantó el bolígrafo para escribir esa serie de números que cambiarían su vida. Los anotó y fue directo a validarlos para hacerlos suyos. De camino volvió a pensarlos de nuevo. Las cifras y fórmulas bailaban en su cabeza diferentes danzas y bailes regionales. Se detuvo un momento. Su cerebro ordenó que se girara, pero su cuerpo no obedeció. Claro indicio de la indecisión que le inundaba. Se agobiaba cada vez más en proporción a las posibilidades que su cerebro procesaba. Sintió inseguridad, cosa extraña en su carácter definido. Tendría que trabajar duro otra vez si esto no llegaba a buen puerto. Siguió caminando hacia su destino, menos apenado por la inversión y más convencido de la solución. Se acercó a la ventanilla. Una mujer rubia de pelo laqueado sobre los hombros y gafas de pasta con diferentes tonalidades de marrón, le esperaba. Puso aquel papel donde sus sueños volaban sobre la encimera. La mujer puso su mano sobre él y lo arrastró hacia ella. El agobio obligó a su mano detener la de la mujer. Cogió el papel y lo rompió. “ Una lotería para jueves y sábado. que lo haga la máquina ”, Casi mejor.

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