Relatos empareja2. 1º Amor a las puertas del paraíso.

//////////ELLA////////// Otra noche sola, con el reflejo de la luna en el espejo, con unos ojos amarillos de pupilas ovaladas mirándola en la oscuridad con expresión de infinita indiferencia. Mirando la luna en el espejo pensaba en él, en cómo le había hablado la última vez que la vio. Ahora le parecía que se pasó de la raya. No debió llamarla mediocre, lo hizo para alejarse de ella, pero eso no hacía que doliera menos. De repente y sin darse apenas cuenta, él se había convertido en la persona más importante de su vida. A ella siempre le había perseguido su pasado, con un padre alcohólico y una madre infame, los cuales solo la habían adoptado para satisfacer una egoísta necesidad de compañía con vistas al futuro. Jamás fue feliz en el seno familiar. Un día explotó y huyó de allí. Nunca miró atrás. Mas pagó un alto precio. Pasó de ser una pequeña eventualidad a ser su peor enfermedad. Soledad. Aunque gracias a dios jamás le pasó nada malo, habló con Satanás varias veces, pero siempre la echaba del averno... conoció el lado oscuro de los hombres a los que amó incluso sin ser correspondida. - Me llamó mediocre, ¡¡¡Pues que le den!!! - , Pensó sacudiendo la cabeza - ¨Yo sé que sólo es otro niñato más que sale corriendo tras ver lo profundo que es el abismo de mi existencia¨ - La verdad es que desde hace mucho ya no sangraba nunca cuando se le volvía a romper el corazón, de ahí que se sorprendiese cuando descubrió que esta vez si le dolía, que se quedaba sola y rota otra vez más. De nuevo en brazos de su mejor amiga. Aquella que nunca la juzgaba. Aquella que nunca se reía de ella. Pero aquella noche se sentía vacía, fría, sin ilusión. Como una autómata, con la mirada más extraviada que su alma abrió el bote y se tomó casi todas las cápsulas y bebió un par de tragos largos de ron barato. El ardor de la garganta le arrancó lagrimas... o tal vez fuera su propia desesperación. Llorando se durmió. Soñó con él en medio de una bruma. Nunca lo vio antes. Él se acercó y la abrazó. Le envolvía un aura maravillosa... Le dijo: No temas. Ya terminó tu sufrimiento. Y subieron los dos por una espectacular escalera de oro que se perdía entre las nubes. //////////EL////////// Él no pudo con su apatía hasta bien entrados los treinta. Su pasividad se había convertido en una enfermedad crónica. Nunca le ponía a la vida la ilusión ni las ganas, pasaba por ella como un autómata. Un día se encontró con un amigo que le convenció para que dejara el círculo vicioso de vídeo juegos, fútbol y alcohol en el que andaba envuelto. Intentó ordenar su vida con la comida sana y el ejercicio físico. Empezó una carrera. Cogió hábito con el estudio, pero el ejercicio le aburrió. Se sorprendió de sus resultados a parte de que aumento su vida social y recupero autoestima. Pasó el curso con el convencimiento de que estaba haciendo lo correcto. No solo superó sus asignaturas si no que lo hizo con nota. El monótono y estresante trabajo que le tenía las noches en vela suponía un problema. Tuvo que abandonarlo para continuar con lo que le había devuelto la vida y deshaciéndose del agobio diario de hacer algo que no le gustaba. Una tormentosa relación que le trajo a su mediocre vida más desgracia aún. Un cariño que se sustentaba en amores infames de una sola noche y sentimiento sin corresponder. Desaprovechada su bondad en caprichos egoístas y dejando destrozado luego su corazón. Un día realizando un trabajo de la escuela, se quedó en la biblioteca y conoció el amor a primera vista. Ella solo entró allí y él la miró y lo sintió. No tardó en intentar hablar con ella y consiguió su número de teléfono entre miradas complices. Unas horas después terminó la tarea y salió de allí con ganas de llegar a casa y escribirle, pero coincidieron en la salida. Aún así el estaba leyendo el mensaje que ella ya le había escrito. - Hola, soy yo. ¿Tomamos un café? - Él se acercó a su sonrisa y respondió. - Si, vamos. - Cogieron camino al bar más cercano y en su absorta mirada fija en ella no vio el vehículo que se acercaba. El golpe le dejó tirado en el suelo sin perder de vista esa hermosa sonrisa. Sin fuerzas tras el golpe se quedó dormido. Soñó con ella en medio de una bruma. Nunca la vio antes. Él se acercó y la abrazó. Les envolvía un aura maravillosa... Le dijo: - No temas. Ya terminó tu sufrimiento -. Y subieron los dos por una espectacular escalera de oro que se perdía entre las nubes.....

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